ENTREVISTA A JUAN DIEGO BETANCUR – UNIVERSIDAD CATÓLICA LUIS AMIGÓ DE MEDELLÍN
Juan Diego Betancur, profesor en Psicología de la Universidad Católica Luis Amigó de Medellín, lleva trabajando quince años en la Comuna 9 como un activador comunitario en los barrios de Miraflores, El Salvador y la Asomadera I y II donde ha instalado una escuela de liderazgo, apoyándose en la conducta emocional. Esta comuna, de las 17 que componen Medellín, es especialmente importante porque guarda un patrimonio histórico y cultural que funda las bases de la ciudad. Allí dio comienzo el proceso de industrialización y el inicio de la urbanización de Medellín, pero, además, cuenta con monumentos y esculturas de alto valor que merecen ser puesta en valor, ya que embellecen el patrimonio a nivel mundial.
Han sido fantásticas desde lo técnico y lo académico a lo investigativo, tres ejes muy importantes sobre los que se cimienta IN-HABIT. Esto ha podido reunir a una comunidad de expertos de otros proyectos, lo que ha permitido generar una incubadora de ideas con posibilidad de recibir retroalimentación en relación a lo que se hace y autorregular las acciones que podrían seguir implementándose.
IN-HABIT, a su vez, puede recepcionar muchos ejemplos y metodologías plasmadas en otros proyectos, con la posibilidad de empezar a implementarlas y a mejorar ciertas condiciones especiales del proyecto.
Destaco todo. Desde el grupo de profesionales y los marcos relacionales creados, hasta la inmersión en la cotidianeidad de estas personas. Creo que el proyecto ha hecho mucho en el barrio de Palmeras, por ejemplo, el llegar a dignificar a sus habitantes y hacer un mapeo de actores sociales que han permitido trazar estas rutas de intervención. Claramente, lo que se respira es algo fantástico.
Lo importante es incidir en la réplica porque, centrándonos en la ciencia, todo lo que se pueda replicar va a permitir generar un nuevo conocimiento. Eso como investigadores nos va a funcionar para el robustecimiento de las líneas de investigación y producción científica e innovación social y también de formación sobre este tipo de proyectos. Lo que podemos trasladar actualmente es la acción situada, cotidiana, el trato y la dignificación de las ciudades alrededor de un patrimonio histórico. Palmeras es un barrio vulnerable y el hecho de que se encuentre en la lupa de IN-HABIT lo hace muy atractivo para poder replicar cualquier acción, por ejemplo, en Medellín, ayudándonos a que se sientan apreciados y vinculados. Me parece que la parte que podría trasladarse con mayor efectividad serían estas metodologías interactivas, tanto para el aprendizaje como para la ejecución de proyectos.
Quizá las barreras administrativas podrían ser obstáculos, independiente de la cuantía o del ente regulador. Por tanto, creo que debe haber una valentía por parte de los investigadores y agentes locales para asegurar una presencia diaria en funcionar bien, aunque los resultados aún no los conozcamos. Lo que hay que tener en cuenta es que no son realidades hechas y acabadas, sino que están en un proceso. Ahora vamos a plantar una semilla, pero no podemos pretender cambiar una realidad de años.
Cuando iniciamos el proyecto en Medellín les contamos lo que se hacía en Córdoba, las líneas inspiracionales de refuerzo, de apoyo… fue todo a partir de Córdoba. Y, en realidad, hay más puntos comunes de los que se imaginan, especialmente con las situaciones que tienen que ver directamente con el ser humano. Hoy vivimos una situación muy desesperanzadora en las zonas desfavorecidas, la violencia es un fenómeno generalizado, las conductas son ecológicamente incorrectas y el cuidado hacia el otro también. En este sentido, en Medellín experimentamos subculturas urbanas que podrían dañar la conservación patrimonial, el turismo de la zona…
Me presto para replicar cualquier asunto que suceda en Europa, porque estos proyectos me resultan brillantes porque hacen parte de una evolución y sabiduría social. Los órganos gestores deberían valorar la replicación de IN-HABIT en Medellín como una oportunidad única, y, en mi opinión, la Academia debería implicarse y nunca mantenerse ajena a este tipo de iniciativas.
De la misma manera, IN-HABIT Medellín tiene mucho que aportar a Córdoba, básicamente porque buscamos organizar la replicabilidad para que IN-HABIT tenga ese impacto, para que tenga una presencia más activa y, por eso, crearemos una guía de replicabilidad del caso Córdoba que sirva a cualquier barrio. Es imprescindible, y ahorra mucho esfuerzo, el saber qué tiene que empezar a observar cualquier otro proyecto que quiera trabajar en un barrio vulnerable. En Medellín nos hemos iniciado ya en un 40%, porque lo que se hace en Córdoba se puede replicar directamente allí, lo cual optimiza mucho el tiempo.
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